lunes, 12 de enero de 2009

Soñé que regresabas


Esa noche noché que regresabas, que volvías a mí. De alguna manera un tanto extraña acercaste tus débiles piernas hasta el portón de mi casa, y yo mientras observaba casi sin poder respirar a través de la ventana. Casi temblando y sin saber que hacer te acercaste un poco más a mi puerta, pensando en qué hacer o quizás en qué decir. Y entonces con lo que aún me queda de valor abrí mi puerta y me asomé y al fin pude volver a ver esos verdes critales que dan hacia tu alma, un tanto húmedos desde los cuales segundos después una lágrima brotaba por tu blanco rostro... Y en ese momento el tiempo se paró, la radio en mi habitación dejó de sonar, los automóviles dejaron de avanzar, los pájarons volvieron a su nidal. Todo estaba congelado, nada podía volver a interrumpirnos; y con una fuerza casi magnética nustros cuerpos se unieron involuntaria pero voluntariamente. Y sentí que todo el tiempo que te había esperado valió la pena, que las noches de insomio mirando las estrellas a través de la ventana de mi habitación ahora eran recompenzadas, que las lágrimas derramadas en mi almohada no fueron en vano... Y permanecimos así, mucho rato, mucho rato, hasta que desperté del mágico sueño y recordé que aún no sé nada de ti...

No hay comentarios:

Publicar un comentario